EVANGELIO
&ldquo;Se acerca su liberaci&oacute;n.&rdquo; 
Del Santo Evangelio seg&uacute;n San Lucas (21, 25-28. 34-36)
En aquel tiempo, Jes&uacute;s dijo a sus disc&iacute;pulos: &ldquo;Habr&aacute; se&ntilde;ales prodigiosas en el sol, en la luna y en las estrellas. En la tierra, las naciones se llenar&aacute;n de angustia y de miedo por el estruendo de las olas del mar; la gente se morir&aacute; de terror y de angustiosa espera por las cosas que vendr&aacute;n sobre el mundo, pues hasta las estrellas se bambolear&aacute;n. Entonces ver&aacute;n venir al Hijo del hombre en una nube, con gran poder y majestad. Cuando estas cosas comiencen a suceder, pongan atenci&oacute;n y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberaci&oacute;n. Est&eacute;n alerta, para que los vicios, con el libertinaje, la embriaguez y las preocupaciones de esta vida no entorpezcan su mente y aquel d&iacute;a los sorprenda desprevenidos; porque caer&aacute; de repente como una trampa sobre todos los habitantes de la tierra. Velen, pues, y hagan oraci&oacute;n continuamente, para que puedan escapar de todo lo que ha de suceder y comparecer seguros ante el Hijo del hombre. 
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Palabra del Se&ntilde;or
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REFLEXI&Oacute;N 
Este domingo iniciamos, por gracia de Dios, un nuevo A&ntilde;o lit&uacute;rgico, que se abre naturalmente con el Advierto, tiempo de preparaci&oacute;n para el nacimiento del Se&ntilde;or. La palabra &ldquo;advierto&rdquo; significa &ldquo;llegada&rdquo; o &ldquo;presencia&rdquo;. En el mundo antiguo indicaba la visita del rey o del emperador a una de sus provincias. En el lenguaje cristiano se refiere a la venida de Dios, a su presencia en el mundo. Un misterio que envuelve por entero la historia, pero que conoce dos momentos culminantes: la primera y la segunda venida de Cristo. La primera es precisamente la Encarnaci&oacute;n. La segunda es su retorno glorioso al final de los tiempos. Estos dos momentos &ndash;cronol&oacute;gicamente distantes- si los miramos en profundidad, nos damos cuenta de que, en realidad &ldquo;se tocan&rdquo;, porque con su muerte y su resurrecci&oacute;n Jes&uacute;s ya ha realizado esa transformaci&oacute;n radical del hombre y del cosmos, que es la meta final de la creaci&oacute;n. En Advierto la liturgia con frecuencia nos repite y nos asegura &ndash;como para vencer nuestra natural desconfianza- que Dios &ldquo;viene&rdquo;. Viene a estar con nosotros en todas nuestras situaciones y circunstancias. El mundo contempor&aacute;neo necesita, sobre todo, esperanza. Nos encontramos en una misma barca y debemos salvarnos todos juntos. Nos damos cuenta de que necesitamos una esperanza fiable, y &eacute;sta s&oacute;lo se encuentra en Cristo, &ldquo;el mismo ayer, hoy y siempre&rdquo; (Hb 13, 8). El Se&ntilde;or Jes&uacute;s vino en el pasado, viene en el presente y vendr&aacute; en el futuro. Quien anhela la libertad, la justicia y la paz, puede cobrar &aacute;nimo y levantar la cabeza, &ldquo;porque se acerca la hora de su liberaci&oacute;n&rdquo; (Lc 21, 28). La venida del Se&ntilde;or contin&uacute;a, ya que el mundo debe ser penetrado por su presencia. Y esta venida permanente del Se&ntilde;or requiere continuamente nuestra activa colaboraci&oacute;n. Para vivir de modo m&aacute;s aut&eacute;ntico y fructuoso este per&iacute;odo de gracia, la liturgia nos exhorta a mirar a Mar&iacute;a sant&iacute;sima y a caminar espiritualmente &ndash;muy junto a ella- hacia la cueva de Bel&eacute;n. La Virgen Mar&iacute;a encarna perfectamente el esp&iacute;ritu de Adviento, hecho de escucha de Dios, de deseo profundo de hacer su voluntad, de alegre servicio al pr&oacute;jimo. &iexcl;Que el Se&ntilde;or, nuestro Padre, nos afiance en su amor y conserve nuestros corazones santos e irreprochables, &ldquo;hasta el d&iacute;a en que venga nuestro Se&ntilde;or Jes&uacute;s, en compa&ntilde;&iacute;a de todos sus santos&rdquo; (1 Ts 3, 13).

Santo Evangelio domingo 1 de diciembre de 2024 I DOMINGO DE ADVIENTO

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