EVANGELIO
&ldquo;Todos ver&aacute;n la salvaci&oacute;n de Dios.&rdquo; 
Del Santo Evangelio seg&uacute;n San Lucas (3, 1-6)
En el a&ntilde;o d&eacute;cimo quinto del reinado del C&eacute;sar Tiberio, siendo Poncio Pilato procurados de Judea; Herodes, tetrarca de Galilea; su hermano Filipo, tetrarca de las regiones de Iturea y Tracon&iacute;tide; y Lisanias, tetrarca de Abilene; bajo el pontificado de los sumos sacerdotes An&aacute;s y Caif&aacute;s, vino la palabra de Dios en el desierto sobre Juan, hijo de Zacar&iacute;as. Entonces comenz&oacute; a recorrer toda la comarca del Jord&aacute;n, predicando un bautismo de penitencia para el perd&oacute;n de los pecados, como est&aacute; escrito en el libro de las predicaciones del profeta Isa&iacute;as: 
Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Se&ntilde;or, hagan rectos sus senderos. Todo valle ser&aacute; rellenado, toda monta&ntilde;a y colina, rebajada; lo tortuoso se har&aacute; derecho, los caminos &aacute;speros ser&aacute;n allanados y todos los hombres ver&aacute;n la salvaci&oacute;n de Dios. 
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Palabra del Se&ntilde;or
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REFLEXI&Oacute;N 
En este segundo domingo de Adviento, la liturgia nos pone en la escuela de Juan el Bautista, que predicaba &ldquo;un bautismo de penitencia para el perd&oacute;n de los pecados&rdquo; (Lc 3, 3). Predicaba un bautismo de &ldquo;conversi&oacute;n&rdquo;, de sincero cambio de vida. Porque, aunque normalmente nos creamos &ldquo;buenos&rdquo;, -con cierta raz&oacute;n- nos consideremos cristianos &ldquo;normales&rdquo;, que no tenemos nada de qu&eacute; convertirnos, de todos modos es bueno que pensemos que, muy frecuentemente, estamos bastante lejos del ideal al que nos impulsaba San Pablo cuando nos exhortaba a: &ldquo;tener los mismos sentimientos de Cristo Jes&uacute;s&rdquo; (Fil 2, 5; Cfr. Gal 5, 22-23). S&iacute;, la voz del Bautista grita tambi&eacute;n hoy en los &ldquo;desiertos&rdquo; de nuestra vida concreta, que son las mentes cerradas y los corazones duros. Esta voz nos hace preguntarnos si en realidad estamos en el buen camino, viviendo una vida seg&uacute;n el Evangelio. Hoy, como entonces, Juan nos advierte con las palabras del profeta Isa&iacute;as: &ldquo;Preparen el camino de Se&ntilde;or, hagan rectos sus senderos&rdquo; (Cfr. Lc 3, 4). Es esta una apremiante invitaci&oacute;n a abrir el coraz&oacute;n y a acoger la salvaci&oacute;n que Dios nos ofrece incesantemente &ndash;casi con terquedad- porque nos quiere a todos libres de la esclavitud del pecado. Pero el texto del profeta expande esa voz, pregonando que &ldquo;todos los hombres ver&aacute;n la salvaci&oacute;n de Dios&rdquo;. Y esta salvaci&oacute;n se sigue ofreciendo a todo hombre, a todo pueblo, sin excepci&oacute;n, a cada uno de nosotros. Ninguno de nosotros puede decir, por cierto: &ldquo;Yo soy santo, yo soy perfecto, yo ya estoy salvado&rdquo;. No. Siempre debemos acoger este magn&iacute;fico ofrecimiento de la salvaci&oacute;n. Por lo tanto, cada uno de nosotros est&aacute; llamado a dar a conocer a Jes&uacute;s a quienes todav&iacute;a no lo conocen, a quienes viven indiferentes ante su mensaje o a quienes &ndash;quiz&aacute; por nuestras incoherencias y a causa de nuestra falta de testimonio- se han alejado de &Eacute;l. Tenemos que ser valientes: rebajar las monta&ntilde;as del orgullo y de la rivalidad, rellenar los barrancos excavados por la indiferencia y la apat&iacute;a, enderezar los caminos de nuestras perezas y asperezas. Que la Virgen Mar&iacute;a que es Madre y sabe c&oacute;mo hacerlo, nos ayude a derrumbar las barreras y los obst&aacute;culos que impiden nuestra sincera conversi&oacute;n, es decir, nuestro camino hacia el Se&ntilde;or. &iexcl;S&oacute;lo &Eacute;l, Jes&uacute;s, puede realizar todas las esperanzas del hombre! (Sintetizado de: Papa Francisco, &Aacute;ngelus, 6-XII-2015). 
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“Todos verán la salvación de Dios.” 

Santo Evangelio domingo 8 de diciembre de 2024 II DOMINGO DE ADVIENTO

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